Opinion: El Derecho como complejidad sistémica y epistémica
*Hólger Paúl Córdova V. - @hpaulcordovav
¿Cuánto entiende la sociedad o los usuarios del sistema judicial sobre su funcionamiento? A pesar de que la respuesta puede ser desalentadora, hay otra inquietud no menor: ¿cuán importante es la administración de justicia para nuestras vidas a pesar de que no comprendemos enteramente los sentidos y efectos del mundo jurídico?
Su complejidad se fundamentaría, entre otras cosas, en el desconocimiento e incomprensión de sus cimientos por parte de los individuos para que el Derecho como sistema pueda operar. En pocas palabras, este último necesita presentarse como opaco, poco transparente y escasamente aprehensible para su expansión. Cada vez es más irreductible su capacidad de irradiar y hacerse presente en todos los ámbitos de la vida societal, sin embargo, por más que fija un esquema para los individuos, estos no conocen y tampoco comprenden los símbolos y componentes que lo encarnan. Esta es una de las tesis de Carlos María Carcova, en su obra La opacidad del Derecho, (Madrid: Trotta, 1998).
Pero ese fenómeno es indispensable para que la norma jurídica pueda configurar su andamiaje como manipulación deliberada del saber y como estrategia de reproducción del poder, según este autor.
Hay que diferenciar que no se trata de la ignorantia iuris, sino de una situación especial en la que no se trata de conocer únicamente la ley, se trata de una circunstancia muy especial que consistiría en la imposibilidad de comprender, es decir, de internalizar y asumir su esquema antijurídico. La incomprensión del Derecho como discurso opaco estaría marcada por “la profusión normativa, con las complejidades técnicas de los institutos, con factores socio-culturales, con mecanismos de manipulación y ocultamiento que juegan un papel en la Constitución y en la reproducción de las hegemonías sociales, con los contenidos ficcionales del derecho, con la variedad y cruce de pautas culturales que constituyen las visiones fragmentadas de nuestras grandes urbes de fin de siglo” (Ibíd., 43).
Ahora pensemos en algo más preocupante: la norma jurídica implica los amplios niveles de organización de nuestras conductas, empero supone también parámetros que condicionan nuestros derechos, dan forma a las garantías para exigirlos y nos permiten mejorar nuestra convivencia social, todos estos aspectos que poseen una relevancia mayor en nuestra existencia no está al alcance de sus protagonistas. Desde esta perspectiva, la no comprensión aparece como “un subproducto de la marginalidad, la anomia y la aculturación”.
Para explicarlo mejor, todas las condiciones de desigualdad y sometimiento de nuestros pueblos podría explicarse a partir de la falta de comprensión del sistema jurídico que los contiene. Este lo que hace es crear un orden capaz de generar efectos perversos o racionales para las formas de interrelacionamiento de las personas.
Es la complejidad del Derecho que lo vuelve inaprehensible e incomprensible, pero, aquí cabe la advertencia: ese fenómeno implica asimismo que nuestras vidas y formas de reproducción social se vuelven indisponibles.
Vida, derechos y Derecho se tornarían en discursos poco claros para preservar su condición de discursos ideológicos y de poder. Como anota Carcova, “la opacidad del Derecho, su intransparencia, la circunstancia de que no sea cabalmente comprendido, etc., al menos en el marco de las formaciones sociales contemporáneas, lejos de ser un accidente o, acaso, un problema instrumental susceptible de resolverse mediante oportunas reformas, se perfila como una demanda objetiva de funcionamiento del sistema”.
(Ibíd., 160).
Fuente: Diario El Telegrafo (12 de Enero del 2015)